Hace más de 2,000 años le cortaron una rama a un árbol, la orden la dio "Ashoka El Grande", emperador de India y se dice que fue bajo este mismo árbol que Buda alcanzó la iluminación.

Teofrasto había estado estudiando la higuera comestible y pasarían más de 2,000 años antes de que los científicos se dieran cuenta que cada especie ficus tiene sus propias avispas polinizadoras.

De hecho, los higos sostienen más especies de vida silvestre que cualquier otro tipo de fruta. Hay más de 1,200 especies que comen higos, incluyendo una décima parte de todas las aves del mundo.

Los higos no solo alimentan a los animales. La presencia durante todo el año de higos maduros, habría sostenidos a nuestros primeros antepasados.

Los faraones llevaron higos secos a sus tumbas, para alimentar sus almas durante el viaje a la otra vida. Creían que la diosa madre emergería de una higuera para darles la bienvenida al cielo.

El rey Nabucodonosor II plantó higueras en los jardines colgantes de Babilonia y el rey Salomón, de Israel, alabó las higueras con canciones; Los antiguos griegos y romanos creían que los higos eran un regalo del cielo.

En la misma biblia se lee: Ezequías, rey de Judá, estaba al borde de la muerte con una plaga de furúnculos, pero logró recuperarse después que sus sirvientes aplicaron a su piel una suerte de pasta hecha con higos picados.

Los ecologistas opinan que si esta especie desaparece, todo lo demás colapsaría. Esta es una historia de 80 millones de años de las higueras y este es  un recordatorio de que nosotros somos los últimos que llegamos a poblar la tierra.

Extracto de lo publicado por la BBC Londres, Junio 2006.