Durante los 31 años de dictadura Porfirista, que van de 1876 a 1911, se construyeron 19,000 kilómetros de vías férreas, se comunicó al país a través de una amplia red telegráfica y hubo una fuerte inversión extranjera en las actividades mineras y agrícolas.
Muchas compañías vendieron o traspasaron terrenos baldíos, se modificó la Constitución de 1857 para permitir las reelecciones y se aprobó la ley que autorizaba la explotación minera y agrícola a los extranjeros.
Un tema muy controvertidos en esa etapa fueron las “tiendas de raya” que se crearon para dar cauce a las derramas económicas, pero con un sin número de abusos con la clase trabajadora. Las tiendas de raya también se utilizaban en Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
La idea de la tienda de raya fue para pagar salarios y para distribuir los recursos de las haciendas; éstas, también eran propiedad de los patrones; ahí se vendían comestibles, aguardiente, ropa y calzado, con lo que “rayaban” a sus empleados. El nombre “de raya” fue porque la mayoría de los trabajadores al no saber escribir, solo ponían una raya como firma en el libro de registro del pago de nómina.
El pago a los trabajadores se hacía mediante vales (o “monedas” acuñadas por la fábrica o hacienda) que sólo se podían canjear en la tienda de raya del patrón, donde los campesinos adquirían los productos para sobrevivir.
El resto de la historia de abusos es fácil de imaginar.
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