Muchas comunidades antes rurales se han urbanizado pero aun así no abandonan su etnicidad comunitaria sino que la refuerzan. En los pueblos originarios de la Ciudad de México quizás ya solo los abuelos recuerdan las raíces de sus tradiciones, pero no cabe duda que toda la comunidad las recrea al celebrarlas, incluyendo a algunos de los avecindados.

La fiesta mexicana solo es posible en la tradición rural por la existencia de una estructura organizativa que está en el centro de la comunidad, el sistema de cargos, y en la que se articulan de manera compleja y original los procesos socioeconómicos, religiosos y étnicos centrados en el mayordomo. 

Para garantizar el éxito de la fiesta, es indispensable el compromiso del mayordomo electo para tal propósito.

Es costumbre que las mayordomías o los cargos sean ejercidos casi siempre por personas casadas en su mayoría, por lo que será la pareja quien tendrá que absorber todos los gastos de la fiesta del santo patrono; la mayordomía funciona también funciona como un sistema nivelador de riqueza.

Son estos personajes quienes se ocupan de organizar la celebración de la fiesta del santo patrono así como patrocinar la comida, la música, las procesiones, las danzas, los adornos y la cohetería, entre otros elementos festivos.

Son los representantes de la comunidad frente al santo y el cargo le confiere al responsable un gran prestigio en la comunidad. El cargo de recaudador le sigue en importancia al de mayordomo, aunque es respetado por ser el más antiguo.

En general todo este sistema de usos y costumbres, opera en forma independiente del poder civil y religiosos y es muy variable de comunidad en comunidad; cualquier investigación al respecto, se topa a menudo con la respuesta más socorrida, “porque es la costumbre del pueblo”.

http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0719-26812014000100005&script=sci_abstract